sábado, 27 de junio de 2020

La estación Downbelow (1981). C.J. Cherryh

Una nueva entrada continúo con las reseñas individuales de una de las novelas más representativas de las mejores escritoras de ciencia-ficción, dentro de mi ciclo dedicado a las mujeres en la ciencia-ficción. Siguiendo un estricto orden cronológico, le ha llegado el turno a "La estación Downbelow", de la estadounidense Caroline Janice Cherryh. Una de sus novelas más reconocidas, se alzó con el Premio Hugo y la consolidó como una de las escritoras de referencia en el género durante los años ochenta. Situada en el siglo XXIV, se trata de un tour de force extenso, complejo y arduamente trabajado, pero en mi opinión con demasiados defectos para el reconocimiento que recibió. Quizá no haya envejecido demasiado bien.

Y el caso es que la gestación primero y la elaborada explicación después de una historia del futuro tan coherente como la resumida en el prólogo y que conduce a la situación de partida ilusiona con situarnos ante el comienzo de un clásico de la ciencia-ficción. Sin embargo, casi desde ese momento la excesiva diversidad de personajes y de situaciones a los que va saltando la narración confunde al lector. Se requiere avanzar un gran número de páginas para captar en toda su dimensión lo que Cherryh va relatando. Además, para quienes conozcan la obra de la norteamericana, sorprende negativamente el tratamiento demasiado superficial de muchas situaciones. Es como si conforme se iba afianzando en el género la escritoria hubiera padecido un bajón en sus habilidades literarias: todos los hechos se presentan con poca humanidad, con diálogos demasiado entrecortados y frases confusas (tal vez achacables en parte a la no muy afortunada traducción). Incluso la prosa resulta poco fluida, y eso en un libro de casi seiscientas páginas es un inconveniente muy serio.

Estos defectos tan elementales enturbian los indudables logros de la novela. Como la concepción del mundo de Pell: una estructura gestada con rigor científico y que tiene en cuenta la diversidad social de los seres humanos que lo habitan. O como la propia Downbelow que da título a la novela, un marco agreste que proporciona el espacio adecuado para los principales pasajes de aventura que jalonan la obra. También resulta apreciable, una vez que el lector asimila lo que propone Cherryh, el tono de especulación política de muchas de sus páginas, con intrigas y diversos estamentos enfrentados (si bien los papeles que desempeñan la compañía, Pell, o incluso la Flota no son todo lo comprensibles que deberían).

En lo que se refiere a personajes cautivadores o momentos de especial relevancia, desgraciadamente no abundan. Tal vez lo más brillante sea la relación Josh Talley / Damon Konstantin: amistad y complicidad más allá de la fuerza a la que pertenecen. Pero no faltan los personajes deficientemente resueltos, con efecto casi nulo en la novela: Jacoby, Edger, incluso Elene. Además, los alienígenas que crea Cherryh (los hisa) limitan su aportación a la vertiente más sentimental de la novela, puesto que son seres que denotan una excesiva candidez. Y por último, en el final, llama la atención que gran cantidad de las puertas que la escritora va dejando abiertas durante los capítulos precedentes quedan sin cerrar, como si la tarea de rematar la narración le hubiera venido grande. Supongo que por todas estas razones la novela no se ha reeditado en español desde hace muchos años, aunque sí admite una lectura por parte de las nuevas generaciones de aficionados al género.

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