Con esta nueva entrada sigo completando mi segundo recorrido en orden cronológico por algunas de las sagas más destacadas de las que puede disfrutar el lector de ciencia-ficción en español. Y como muchos ya saben, toca seguir desgranando la monumental saga "The Expanse", de los escritores estadounidenses Daniel Abraham y Ty Franck, que publican bajo el pseudónimo James S. A. Corey. Una saga que con "Las Cenizas de Babilonia" alcanzó su sexta entrega hace ahora casi una década. Y es que los autores eran capaces de mantener su impresionante ritmo de un novela extensa por año. Pero tras un lustro el éxito a nivel de ventas y crítica era tal que seguro les merecía el esfuerzo. En lo que atañe a la novela que les presento, decirles que se trata de una entrega que evita el evidente riesgo de reiteración a estas alturas de la saga mediante una mayor amplitud de miras y una mayor extensión que todas sus hermanas. Pero que, por el contrario, se vuelve más dispersa y difícil de seguir que ellas.
Con buen criterio, en esta obra los autores redoblan su apuesta y llevan esa propuesta de "novela coral" que había caracterizado a las entregas segunda a quinta a una nueva dimensión: en lugar de cuatro líneas narrativas a cargo de otros tantos protagonistas, expanden el foco hasta casi veinte líneas, centradas en otros tantos personajes. Obviamente no todas reciben la misma atención, pero todas son válidas para enriquecer la perspectiva del lector sobre el complejísimo panorama que quedó establecido dentro y fuera del Sistema Solar a la conclusión de "Los Juegos de Némesis". Para ello repescan a personajes secundarios de novelas anteriores (de Michio Pa a Anderson Dawes), y aumentan casi en la misma proporción el número de escenarios y puntos de vista. La riqueza de la saga tras cinco extensos títulos se lo posibilita a Abraham y a Franck.
En línea con lo anterior, los autores también expanden la tripulación permanente de la nave Rocinante con dos nuevas y razonables incorporaciones. Y seguramente para no convertir tan ambiciosa propuesta en algo inmanejable, se dedican durante toda la novela a completar las tramas que afectan a los humanos en el Sistema Solar, dejando apartadas las que tienen que ver con lo alienígena. De suerte que al final del libro muchas quedarán satisfactoriamente resueltas, en parte gracias a la habilidad que muestran a la hora de entrecruzarlas durante las casi seiscientas páginas anteriores. Y todo ello sin renunciar a las habituales intrigas políticas y a los disfrutables combates espaciales, que se siguen disfrutando de maneras coherente y verosímil a partes iguales.
Sin embargo, esa riqueza de personajes y perspectivas también provoca que esta entrega no rinda a la misma altura que las grandes entregas ya reseñadas. Porque es muy complicado, incluso para el lector constante y con buena memoria en lo concerniente a lo acontecido en la saga, recordar y situar a tanto personaje que aparece y desaparece sin previo aviso. Así, no sólo se genera una cierta desconexión con muchos de ellos, sino que falta tensión en su desarrollo. De hecho, a pesar de tratarse del volumen más largo, es el que menos hechos destacables relata, y ni siquiera es capaz de enganchar en ningún momento una tanda de capítulos que mantenga en todo lo alto el interés. Al contrario, el ritmo narrativo nunca es alto, y en el tramo central de la novela incluso peca de lento. Y a pesar de ello, se echa de menos aunque sea un par de personajes que ayuden a visualizar la dramática situación que está atravesando el planeta Tierra.
Otros defectos comparativamente menores son la evolución de Marco Inaros (el villano de ésta y la anterior entrega), que poco a poco va perdiendo su piel de líder carismático y salvador del Cinturón para mostrársenos como un ser visceral tan obsesionado con su pasado que pierde inusitadamente todo su carisma. También las continuas menciones a un tal Duarte y a su mundo, Laconia, que parecen ser claves a nivel geopolítico, pero de los que no sabemos prácticamente nada. O una menor brillantez, quizá motivada por cierta premura, a la hora de narrar algunos de los episodios de acción más relevantes. Y como de costumbre, un injustificado abuso de los barbarismos.
Por el contrario, algunos aciertos con los que no contaba al iniciar la lectura mejoraron mi impresión global de la misma. Tal es el caso de la ausencia absoluta del "fantasma de Miller", que tanta credibilidad restaba a entregas precedentes, y que aquí no es mencionado ni una sola vez. O la evolución del personaje de Filip (el hijo de Marco y Naomi), que madura de forma consistente. O también de cómo Naomi va digiriendo la ausencia definitiva de su hijo, erradicando el melodramatismo que tan negativamente había afectado en "Los Juegos de Némesis" a esta intrahistoria. Si a ellos les sumamos la habitual prosa fluida y los diálogos frescos y naturales, un elemento científico que sigue a buen nivel, un desenlace corto pero intenso y plausible a partes iguales, e incluso un puñado de jugosas reflexiones en su epílogo, entenderán por qué me animé a seguir con la séptima entrega de esta extensa saga. De la cual les hablaré en mi siguiente entrada.
Un apasionado de la literatura de ciencia-ficción y escritor a tiempo parcial que dedica parte de sus escasos ratos libres a compartir su pasión con el resto de aficionados.
viernes, 25 de julio de 2025
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"Las Cenizas de Babilonia" (2016). James S. A. Corey
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