sábado, 18 de febrero de 2023

Reflexiones sobre la literatura de ciencia-ficción en España

Una vez completado mi recorrido por los principales escritores españoles de ciencia-ficción a través de sus obras más representativas, y antes de avanzar al tema que les propondré a partir de mi próxima entrada, quería cerrar este apasionante asunto con unas reflexiones personales sobre la literatura de ciencia-ficción en España. En la cual me detendré en las luces que alumbran este maravilloso género, pero sin obviar las sombras que, a mi modo de ver, aún lo oscurecen injustificadamente.

Si han seguido mi recorrido en orden cronológico desde finales del siglo XIX hasta el año 2022, coincidirán conmigo en que el género tardó mucho en arrancar en nuestra nación. Un hecho a mi modo de ver plenamente comprensible si tenemos en cuenta el declive que España arrastraba a todos los niveles desde la segunda mitad del siglo XVII, y que la mantenía alejada en todos los ámbitos de las naciones punteras, incluyendo por supuesto el ámbito cultural. Por eso durante las primeras décadas del género a nivel mundial las únicas obras españolas que, siendo benévolos en cuanto a su rigor y calidad, podemos considerar como tímidos intentos de adentrarse en el género correspondieron a autores con un fuerte contacto personal con dichos países, en especial con el mundo anglosajón. De manera que a ellos sí les llegó la pequeña revolución que desde la última década del siglo XIX estaban generado H.G. Wells, Olaf Stapledon, Aldous Huxley y demás pioneros. La Segunda República y la posterior Guerra Civil fueron un caldo de cultivo en nuestro país para géneros literarios de indudable singularidad y relevancia como el tremendismo, pero su localismo nos mantenía alejados de lo que sucedía en los E.E.U.U. Siempre pongo como ejemplo que mientras que aquí Camilo José Cela se consolidaba como el novelista por antonomasia de los años cuarenta, al otro lado del Atlántico Robert A. Heinlein o Isaac Asimov estaban escribiendo ya obras cumbres de su producción; tal era el distanciamiento. Hubo por supuesto escritores que, poco a poco, intentaron contribuir a paliar ese "atraso", como Agustín de Foxá o Tomás Salvador, pero cuando se instauró la democracia en España, el género en nuestro país seguía muy por detrás de otros países.

Sin embargo, gracias en parte a los esfuerzos de figuras clave como Domingo Santos o Miquél Barceló, y gracias también al progreso social y cultural de nuestro país, a partir de entonces las distancias se fueron acortando. Y la aparición de internet a finales del siglo XX hizo el resto: ya todo lo que se cocía en el género en cualquier parte del mundo sí llegaba al momento a centenares de interesados en el género. Y así seguimos a día de hoy. Este acercamiento se ha traducido de manera natural en una consolidación del género en España, con decenas de autores que han aportado su granito de arena al mismo, y una base de seguidores sólida. Fiel reflejo de todo ello ha sido el surgimiento y el posterior afianzamiento de diversos premios literarios que fomentan esa creatividad a la vez que intentan velar por unos altos estándares de calidad. Por supuesto con el Premio Minotauro al frente, pero sin olvidarnos de otros galardones específicos como el Ignotus o el de la Universidad Politécnica de Cataluña. Todos ellos han cerrado el círculo del reconocimiento como respuesta a la creciente creatividad de tantos y tantos autores.

Es más, actualmente es justo afirmar, sin miedo a caer en patriotismos vanales, que el nivel medio de las novelas que se vienen publicando en España durante los últimos 15 o 20 años es perfectamente comparable al de las obras de otros países, incluyendo entre ellos a los siempre punteros Reino Unido y Estados Unidos. Con el aliciente, además, de que ya no nos limitamos sólo a los subgéneros "menos complicados" de escribir, o que tradicionalmente gozaron de menor predicamento por aquí, sino que hay ya autores que se han adentrado sin complejos en la ciencia-ficción hard o en el thriller tecnológico. Lo que a su vez refleja la preparación y la capacidad de muchos de nuestros escritores contemporáneos. Escritores tan capaces y tan originales en sus creaciones que incluso han conseguido lo que hace unas décadas habría sonado (si me permiten el chiste fácil) a ciencia-ficción: trascender nuestras fronteras y triunfar internacionalmente con las traducciones de sus novelas. Tal es el caso, por ejemplo, de los dos autores que ilustran esta entrada, José Carlos Somoza y Félix J. Palma. Y es que para mí es un orgullo entrar a una librería de Nueva York y toparme, sin tener que rebuscar demasiado, con "The Map of Time", la traducción al inglés de "El Mapa del Tiempo", de Félix J. Palma.

Sin embargo, en el 2023 varios aspectos aún arrojan sombras sobre el género. Quizá el más doloroso, por injustificable y por fácilmente paliable, es la escasa repercusión de obras y autores de ciencia-ficción en los medios de comunicación patrios. Volviendo al caso de Palma, que sea más conocido en E.E.U.U. que en España es algo indefendible. Pero existe el miedo, quizá aún como consecuencia de ese atraso histórico de décadas al que aludía antes, a dedicarle al género en los medios generalistas la atención que su florecimiento merece. Consecuencia directa de ello es el insuficiente beneficio económico que la escritura de obras de ciencia-ficción reporta a sus autores, por lo cual lo habitual es que no se dediquen en exclusiva al género; la mayoría cultiva otros más o menos cercanos, que les permiten asegurarse una cantidad superior de ingresos con la que, en ocasiones, poderse dedicar en exclusiva a la creación literaria.

Esa falta de visibilidad está probablemente detrás del recelo que aún subsiste en multitud de aficionados al género a comprar literatura de ciencia-ficción escrita en España. Muchos aún piensan (yo mismo lo pensaba hasta no hace tanto) que cualquier obra que venga "de fuera", si ha sido merecedora de una traducción, por fuerza deberá ser mejor que cualquiera escrita en nuestro país por un "don nadie". Una pespectiva errónea en mi opinión, como acabo de argumentar, pero que obstáculos como la dificultad para encontrar obras de autores españoles en la mayoría de librerías, o incluso las tiradas casi siempre pequeñas y frecuentemente a cargo de editoriales minoritarias, refuerzan. Se echa en falta un autor, una figura popular más allá del género pero que escriba dentro de él, y que estimule el interés de lectores que de otra forma nunca se acercarían a él. Porque mientras que estos inconvenientes no se palíen, lo probable es que el fascinante mundo de la literatura de ciencia-ficción, también de la creada por autores españoles, continue siendo patrimonio de unos pocos aficionados audaces. Entre los que espero que se incluyan.

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