lunes, 30 de diciembre de 2019

La chica mecánica (2009). Paolo Bacigalupi

Con esta entrada termino las reseñadas de las novelas ganadoras o nominadas a los Premios Nébula durante la primera década de nuestro siglo que aún no hubieran tenido su propia entrada en este humilde blog. Voy a hablarles en esta oportunidad de "La chica mecánica", la primera novela (y la más conocida) del escritor estadounidense (aunque por su nombre pueda parecer italiano) Paolo Bacigalupi. Ganadora del Premio Nébula del año 2010, se trata sin duda de una de las novelas más populares del género en estos últimos años para los lectores en español. Por eso antes de empezar su lectura tenía altas expectativas respecto a lo que me podría encontrar. Expectativas que se cumplieron sólo en parte: sí en cuanto a ambientación e intensidad, pero no tanto en cuanto a su argumento y su capacidad de cautivar.

Probablemente el mayor lastre de esta notable novela sea su dificultad para atraer al lector medio. Ya el primer capítulo es todo un tratado de todo lo que no hay que hacer si queremos ganarnos al lector: irresponsablemente largo, lleno de términos desconocidos y no explicados, fallido a la hora de ponernos en situación, ineficaz como detonante que nos anime a pasar las páginas... Dificultades que resultan extensibles a buena parte de la novela: sólo un lector tenaz, con buena memoria y capacidad de deducción, será capaz de orientarse entre los distintos conflictos, de deducir el significado de tantos y tantos términos, o de ir encontrando los vínculos entre las distintas líneas narrativas. Se echan de menos más referencias temporales, más explicaciones, más contextualizaciones...

A esa inesperada desorientación contribuye un título realmente desafortunado: la chica mecánica no es el personaje en torno al cual gira la novela, pero durante varios cientos de páginas el lector esperará en buena lógica que así sea, lo que indirectamente contribuirá a restar atención al resto de personajes que irán desfilando ante él. Incluso un título tan genérico como por ejemplo "Caos en Bangkok" hubiera reflejado mucho mejor el argumento del libro. Que, por otra parte, es sorprendentemente simple para una novela de su extensión: un conflicto de poderes entre dos ministerios, del cual las corporaciones transnacionales quieren sacar partido, y cuyos enfrentamientos se recrudecerán tras un par de asesinatos clave sucedidos con tan sólo unos días de diferencia.

En el otro extremo de la balanza se sitúa sin duda la excelente ambientación del Bangkok del siglo XXII. Con un contexto ominosamente verosímil (una época de Expansión que concluyó en el siglo XXI cuando se agotaron los combustibles tradicionales, la posterior Contracción, cuya devastación fue mayor aún a causa de todas las plagas genéticas, y una tímida recuperación en países puntuales como una Tailandia que se ve acechada por los fabricantes de calorías a causa de su histórico aislamiento, que le ha permitido superar mutaciones y enfermedades alimenticias), Bacigalupi crea una enorme cantidad de conceptos en campos como la genética (megodontes, chesires, neoseres), las enfermedades (cibiscosis, roya, cerambicido), o la alimentación (U-Tex, AgriGen, PurCal), los mezcla con elementos culturales y sociales del siglo XX tailandés (como los puestos de comida ambulante, los esquifes o los rickshaws), los adereza una y otra vez con multitud de vocablos thai (farang, wai, khun), y crea un microcosmos muy potente, al que le sobran callejones y episodios de calor pero no le falta nada.

El otro punto fuerte de la novela es su intensidad: aunque a veces peque de excesivamente violento o incluso de sádico, el escritor consigue que poco a poco las distintas líneas narrativas se alejen de su aparente normalidad inicial y se conviertan todas ellas en focos de tensión. Es cierto que no todos los personajes que las vertebran están igual de conseguidos (por ejemplo las reiteradas conversaciones del espíritu de Jaidee con Kanya llegan a fatigar), y que los actos de algunos de ellos no siempre parecen coherentes con su comportamiento anterior (sin ir más lejos es el caso de Robert Carlyle), pero en general el lector tenaz llegará a verlos cobrar vida ante sus ojos, y desde bastante antes del final la intensidad será tal que tendrá la impresión de estar leyendo ya el desenlace.

Un desenlace por cierto tan cruento como cabría esperar, y no del todo preciso a la hora de atar cabos para todos los personajes que sobreviven, pero suficientemente convincente gracias al esperable triunfo de un bando y la posterior sorpresa final de la derrota global, y sobre todo con esa puerta abierta a una continuación que deja el epílogo. Aunque no sé si Bacigalupi se atreverá alguna vez a escribirla, porque mi impresión tras completar la lectura es que ya aprovechó bastante todos los elementos puestos en juego en esta novela, cuyo impactante futuro empieza a resultarnos ya inquietantemente reconocible.

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