En los casi dos años de trayectoria de este humilde blog apenas he dedicado atención al relato como forma de narración. Y es que el peso de la novela en toda la literatura es desde hace casi 200 años inmenso, hasta el extremo de que los términos libro y novela se han convertido en sinónimos. Incluso en el género de la ciencia-ficción. Y empleo el adverbio incluso a propósito, porque conviene recordar que la ciencia-ficción surgió casi exclusivamente bajo la forma narrativa de relatos: durante los años 20 y 30 del siglo pasado aparecieron en los E.E.U.U. las primeras revistas de ciencia-ficción, cuyo contenido era en esencia relatos de los autores que empezaban a labrarse un nombre en el género. Hugo Gernsback (del cual los premios Hugo toman su nombre) fundó en 1926 Amazing Stories, y en esa revista publicaron su primer relato autores tan determinantes para el género como Isaac Asimov, Ursula K. LeGuin o Thomas Disch. Menos de cuatro años después surgió Astounding Science-Fiction, que bajo la dirección del legendario John W. Campbell cambió la orientación del género, eliminando su vertiente pulp y exigiendo el respeto por la vertiente científica. Y el resto es ya es parte de la historia de este maravilloso género.
A partir de los años 40 y sobre todo de los 50 la novela empezó a competir con el relato como forma de narración del género. Pero probablemente a causa de esta evolución histórica, durante las décadas siguientes se siguió considerando al relato el vehículo más adecuado para extraer lo mejor del género: la facilidad para crear y ambientar una breve viñeta de lo que puede depararnos el futuro, y la posibilidad de dar a dicha viñeta una reflexión aplicable a nuestra sociedad actual, parecía inalcanzable para el formato novelado, con unas mayores restricciones en cuanto a elaboración de una trama, caracterización de unos personajes, justificación del componente científico, etc. No faltaban, además, los escritores que habían cultivado el relato con asiduidad, por lo que abundaban las historias de reconocido prestigio.
Sin embargo, en los últimos 30 años el influjo de la novela se ha hecho irresistible, y el relato ha quedado arrinconado como una forma de expresión menor, algo así como un laboratorio donde los escritores noveles puedan perfeccionar sus habilidades, o un entretenimiento para escritores consagrados que necesitan oxigenarse entre novela y novela. Con lo cual muchos de los actuales aficionados al género apenas han tenido contacto alguno con los relatos. Y las propias revistas de ciencia-ficción han tenido que recurrir cada vez más frecuentemente a presentar en sus páginas novelas serializadas por capítulos, previamente a su publicación "oficial" en "tapa dura".
Comparto hasta cierto punto este arrinconamiento del relato por las mayores posibilidades creativas de la novela, que para mí son innegables. Hasta el punto de que ninguno de los relatos que he leído jamás me ha satisfecho, por ejemplo, al mismo nivel que cualquiera de los títulos de mi lista de novelas personalísimamente favoritas. Sin embargo, me parece que el buen aficionado al género no debe renunciar de antemano a conocer siquiera someramente algunos de los relatos que han conformado la historia del mismo. Es cierto que intentar acercarse al relato es más complicado, por la ingente cantidad de obras publicadas y la dificultad de encontrar entre ellas aquellas tendencias o corrientes que más puedan ser de nuestro gusto. Algunos optan por iniciarse recurriendo a recopilaciones de relatos de sus autores predilectos (caso por ejemplo de Isaac Asimov o Philip K. Dick); otros por antologías con un eje o temática común, y muchas veces elaboradas por un antologista de prestigio (por ejemplo Robert Silverberg u Orson Scott Card).
En mi caso voy a optar por una tercera vía para intentar descubrir al lector en español lo que pueden dar de sí los relatos de ciencia-ficción: voy a revisar en mis próximas tres entradas las "Visiones peligrosas" de Harlan Ellison. Que es posiblemente la recopilación de relatos más famosa de la historia del género. Y que además no fue una antología al uso, sino una recopilación de relatos que nunca antes habían sido publicados, y que Ellison seleccionó para formar parte de esta antología bajo criterios muy específicos. Debo anticiparles que no todos los relatos de "Visiones peligrosas" rayan a la misma altura, pero sí que hay un número suficiente de relatos reseñables para intentar atraer a algunos lectores al ámbito de los relatos. O al menos es lo que yo pienso, así que les espero en mi próxima entrada.
Un apasionado de la literatura de ciencia-ficción y escritor a tiempo parcial que dedica parte de sus escasos ratos libres a compartir su pasión con el resto de aficionados.
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Acabo de descubrir tu blog gracias al Liebster Award en "Un blog de ciencia ficción en busca de un nombre". Ahora me paseo por aquí, pero he visto esta entrada y me ha llamado la atención. Te enlazo, por si te interesa, el artículo sobre antologías de relatos en la literatura fantástica que escribí hace poco: http://www.literatura-fantastica.es/las-antologias-y-la-literatura-fantastica-2/
ResponderEliminarEspero que te guste y ten por seguro que te seguiré leyendo :-)