miércoles, 28 de diciembre de 2011

Soy leyenda (1954). Richard Matheson



Comienzo esta selección de 15 títulos personalísimamente favoritos por la que es probablemente la novela más famosa de Richard Matheson: un arriesgado aunque bien resuelto intento de racionalizar el vampirismo, alejándolo del género de terror y acercándolo a la ciencia-ficción.

Desde mi punto de vista el mayor acierto de la novela sea la habilidad narrativa de la que hace gala Matheson: según transcurren los meses sabe acentuar las tensiones interiores de Richards Neville (el protagonista absoluto), sus arrebatos autodestructivos, su pavorosa desesperanza, su aceptación final de la situación... Y las acciones y medidas defensivas y de seguridad que toman confirman la sensación de coherencia narrativa que tan necesaria es en una novela de estas características. Sensación que el autor refuerza certeramente mediante los encuentros de Neville con otros seres vivos, primero el perro vagabundo y luego la enigmática Ruth.

Un aspecto muy positivo es que, en su intento de racionalización del vampirismo, el autor no eluda ni uno solo de los mitos y leyendas asociados al mismo. Para todos ellos ensaya justificaciones científicas más o menos plausibles, si bien personalmente me resulta difícil aceptar que el vampirismo pueda ser consecuencia de una epidemia bacteriológica.

Otros aciertos que no me gustaría pasar por alto son las frecuentes reflexiones, plenas de inteligencia, sobre el bien y el mal y su vinculación directa con los conceptos estadísticos de "lo mayoritario" y "lo minoritario", el personaje de Ben Cortman, un complemento perfecto de Neville con su tenacidad torturadora, y varios capítulos de gran impacto, como aquel en el que a Neville se le para el reloj y regresa a casa después de anochecer.

No hay muchos defectos que criticar, pero uno de ellos es relativamente grave: en mi opinión falta un elemento de intriga que haga vibrar al lector: éste conoce desde el principio el escenario presentado por Matheson, se acostumbra a él y asiste con relativa indiferencia al derrumbe final de la sociedad humana y al auge de los vampiros.

Otros defectos menores son que los flashbacks a los que recurre Matheson para relatarnos los padecimientos previos de Neville (con su mujer y su hija) y caracterizarlo más profundamente no se distinguen lo suficiente del tiempo ordinario de la narración, y que el abuso continuado del alcohol por parte de Neville llega a fatigar al lector.

Mencionar, para terminar, el dramático final, con la hasta cierto punto inesperada muerte de Neville, la cual sirve paradójicamente para que el autor extraiga conclusiones positivas sobre el establecimiento de un nuevo orden. Y un último comentario: por favor aléjense de la adaptación cinematográfica protagonizada hace unos años por Will Smith. Como suele suceder, la película traiciona injustificadamente la novela, convirtiéndola en una historia menor al peor estilo Hollywood.

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