domingo, 4 de mayo de 2014

Ingenieros de Mundo Anillo (1980). Larry Niven

Con la presente entrada empiezo a reseñar las novelas que recomiendo leer de la saga del "Mundo Anillo", una de las más famosas del género y desde luego la obra más popular del estadounidense Larry Niven. Si bien no es la primera vez que hablo de alguna de las novelas que la conforman en este mismo blog, puesto que ya he reseñado dos de ellas. A día de hoy está formada por los siguientes cuatro títulos:

Mundo Anillo (1970)
Ingenieros de Mundo Anillo (1980)
Trono de Mundo Anillo (1996)
Hijos de Mundo Anillo (2004)

De "Mundo Anillo" ya escribí una reseña completa al presentar mi lista de 15 títulos personalísimamente favoritos; se trata de un clásico que sigue vigente, como lo evidencia que es una de las entradas más leídas de este humilde blog. Y también he reseñado ya "Trono de Mundo Anillo", aunque en este caso como parte de mi lista de 15 novelas decepcionantes. Ambos hechos muestran que se trata de una saga que da para lo mejor y para lo peor. No obstante, dado que la última entrega de la saga ("Hijos de Mundo Anillo") mejora la impresión de "Trono de Mundo Anillo", mi sugerencia es que lean las cuatro novelas que conforman la saga. O al menos, las dos primeras.

Ciñéndonos ya a "Ingenieros de Mundo Anillo", debo empezar señalando que se trata de una digna secuela, pero carente del gancho de la primera novela. Si creemos a Niven, él sostiene que nunca quiso escribir una continuación de su novela más premiada, pero que lo hizo por una doble razón: por una parte, corregir los errores (técnicos) de la primera entrada (hay una anécdota curiosa respecto al hecho de que, tal cual estaba concebido Mundo Anillo, era inestable; pueden buscarla por internet), y por otra, dar satisfacción a los millones de lectores que se la demandaban. Desde el primer punto de vista, la novela es todo un éxito; desde el segundo, la novela baja un par de escalones respecto a su predecesora.

Esta impresión global probablemente se deba a que Niven respeta los acontecimientos pretéritos pero no justifica como debe la necesidad de este segundo viaje. De hecho, la puesta en situación peca de escueta (a pesar de la considerable extensión del libro), y el objetivo principal de esos primeros capítulos es corregir "detalles cuestionables" de la primera novela, como la suerte de Teela Brown, el nombre de "Interlocutor de Animales" o las aerocicletas. En cambio es elogiable el esfuerzo que realiza el autor por situar físicamente al lector, fijando para ello unas coordenadas claras a las que hace referencia constantemente. Así éste puede profundizar y captar más nítidamente las dimensiones, la complejidad y la riqueza científica y social del Mundo Anillo, tan sobrecogedor como en la primera parte. Y llegar a familiarizarse con conceptos tan complejos como las placas de sombra, el rishatra o los superconductores.

Otro acierto innegable es que la sensación de aventura, de encuentro con lo desconocido, se mantiene igual que en la primera parte. Lo cual, unido a las reflexiones sobre las razones por las que ciertas características del Mundo Anillo son de una manera y no de otra, y a la rapidez con la que los protagonistas alcanzan el Mundo Anillo y comienza la acción, favorecen el placer la lectura.

No obstante, durante la mayoría de sus capítulos la novela parece una mera sucesión de anécdotas, sin un eje claro (y sin que se aclare, por ejemplo, dónde está el módulo, o la sonda). A ello hay que añadirle las habituales deficiencias narrativas de Niven: imprecisión semántica, situaciones explicadas de manera confusa, falta de hilazón entre párrafos (tanto, que a veces ni siquiera está claro si los protagonistas han logrado su propósito). Otros defectos menores son la frecuente impresión de que Niven aclara todos los temas pendientes demasiado pronto, la presencia de algunos elementos claramente cuestionables en una novela de ciencia-ficción (hombres chacales, la ciudad de los vampiros...) y unos episodios de sexo en mi opinión innecesarios. Por otra parte, no sé si considerar como acierto o como desacierto los diferentes personajes y pueblos que va encontrando el lector durante la novela (Gingerofer, el Rey de los Gigantes, Valavirgillin, Harkabeeparolyn, Fortaralisplyar; el pueblo de la máquina, el pueblo colgante, los gigantes de la sabana, etc.). Mi duda es porque su caracterización es ciertamente escueta, pero ¿podría no serlo en una novela tan descomunal?

Tampoco quiero trasladar una impresión equivocada: aunque el tono de aventuras prevalezca sobre la profundidad de la historia, la novela se deja leer razonablemente bien. Además, conforme avanza la lectura se resuelven algunos enigmas (la raza causante de la destrucción del Mundo Anillo, la raza creadora del mismo...). Y se visitan lugares ciertamente fascinantes, como el pantano, la ciudad flotante (mi parte favorita), o el centro de mantenimiento en el que los Protercores de Pak cultivaban el Árbol de la Vida.

Para terminar, una pequeña reflexión negativa sobre el final. Que a mi modo de ver Niven resuelve de manera confusa (recurriendo la dualidad "gana/pierde" de Teela), y con demasiadas cosas que asimilar.

jueves, 1 de mayo de 2014

Hijos de Dune (1976). Frank Herbert

Tras interrumpir mi reseña de las novelas que recomiendo leer de las sagas más relevantes para el lector de ciencia-ficción en español, por la celebración de las primeras 10.000 visitas al blog, retomo con esta entrada dicha tarea, centrándome en la revisión de "Hijos de Dune", tercera novela en orden cronológico y orden de lectura de la archiconocida saga de Frank Herbert. Es la última novela que recomiendo leer de dicha saga; de hecho, he dudado hasta el último momento si recomendarla o no, puesto que en mi humilde opinión marca el declive claro de la saga. Intentaré explicar las razones.

No se trata de que la novela se la "vaya de las manos" a Herbert (es cierto que ambientalmente la novela es consistente con sus predecesoras), sino de que echa por tierra los logros de los principales protagonistas de Dune. Baste el ejemplo de Paul Muad'Dib: tras desaparecer al final de "El mesías de Dune", su reconversión en un predicador de premociones apocalípticas como respuesta a lo que él mismo contribuyó a construir, desconcierta sobremanera al lector. Por otra parte, en su búsqueda de un antagonista definido, Herbert deforma a Alia, la hermana de Paul y Regente Imperial en el trono de Arrakis, que se convierte en una pobre parodia de sí misma (incluyendo su inesperado matrimonio). Sobre Duncan Idaho ya quedó todo dicho cuando reseñé "El Mesías de Dune". Y también despierta rechazo la evolución del ecosistema de Dune, si bien es cierto que fue iniciada ya en la primera novela, al prever Leto sus trágicas consecuencias.

Otro aspecto lastra la impresión global del libro: la excesiva complejidad de la trama. Apuesto a que ni un solo lector podría explicar las motivaciones, los deseos, los pactos entre los distintos protagonistas. Con el agravante de que todo se resuelve en un breve capítulo en el que fallecen los dos hermanos. Esa complejidad extrema inmuniza al lector, para el cual ya ninguna revelación o acontecimiento es motivo de sorpresa, a pesar de la notable extensión de la novela. Otros defectos son las primeras referencias a personajes de la Tierra, indudablemente innecesarias para la trama y menos a estas alturas de la saga. Así como el recurso a unos conceptos de pretendida relevancia pero que sin embargo no habían aparecido hasta ahora: Jacurutu, Kralizec... Que suenan a artimaña para poder seguir.

Afortunadamente, la novela se deja leer. Ante todo, por el interés que siempre despierta averiguar hacia dónde dirige Herbert su obra más famosa. Pero también por su habilidad para mantener la atmósfera de Arrakis, para enseñarnos su paulatina evolución, para mostrarnos de nuevo la cultura Fremen, los nuevos sacerdotes, el exilio de los Corrino... Y quizá por reencontrarnos con algunos de sus personajes más conocidos: Stilgar, Jessica, el propio Paul. Aunque debo reconocer que las más de 1.200 páginas de las tres primeras novelas me parecen más que suficientes para esta mítica saga, por lo que les recomiendo no seguir con las entregas siguientes y dedicarse a cualquier otra de los varios miles de novelas recomendables que ha dado el género.

"El despertar del Leviatán" (2011). James S A Corey

Mi recorrido por los autores y las obras más relevantes del subgénero de la ciencia-ficción dura continúa avanzando con la presente entrad...